Por recomendación de la UEFA, la selección española abrió el primer entrenamiento en tierras germanas, una iniciativa para implicar al pueblo donde se hospeda el combinado de Luis de la Fuente. Y Donaueschingen se volcó. El club local, el SV Aasen, que cedió las instalaciones a la RFEF, organizó una fiesta para llenar el campo de entrenamiento. Se concedieron 500 invitaciones, que se agotaron rápidamente porque el plan lo merecía. El entrenamiento era a las 19 horas, pero desde hora y media antes la carpa de entrada estaba repleta de aficionados que se apuntaron a una barbacoa. Salchichas, hamburguesas y cerveza local. Y al fútbol, aunque solo sea un entrenamiento.
Tan entretenidos estaban en su carpa que los seguidores del Aasen no se dieron cuenta de la llegada de los jugadores españoles, que aparecieron por separado y en cuentagotas a partir de las 17.30. Utilizaron furgonetas lanzaderas desde su hotel para acercarse al centro de entrenamiento, a unos 500 metros, para empezar a trabajar en el gimnasio habilitado en una carpa instalada justo al lado del terreno de juego.
La afición alemana, a pesar de que muchos de ellos lucían los colores del Aasen, también se vistieron de rojo, con nombres ilustres como el de Andrés Iniesta. No faltaron camisetas de equipos de LaLiga, como el Barcelona o el Real Madrid. Aunque muchos de ellos se quedaron fuera. Con el aforo limitado, el resto tuvo que buscar alternativas, subidos a los árboles de fuera el recinto.
Buen ambiente, intensidad y todos mezclados
Sobre el campo, buen ambiente de los internacionales. Rondos y partido en el que el seleccionador mezclo a teóricos titulares con suplentes. En una sesión abierta de principio a fin, el técnico no quiso dar pistas ni a periodistas
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