Andrés Eloy Blanco, en su poema “Los hijos infinitos”, escribió: “Cuando se tiene un hijo, se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera”. Esta frase parece estar grabada en el alma de las madres cuyos hijos permanecen detenidos como consecuencia de la represión que se desató tras las elecciones presidenciales del 28 de julio.
Mujeres que no se conocían y que ahora se llaman entre ellas mismas “hermanas”, que han creado una red de apoyo y que, constantemente, idean nuevas formas de sostenerse, apoyarse y sobrevivir el trauma que significa tener a un hijo detenido en una cárcel venezolana.
En una protesta al frente del Ministerio de Servicios Penitenciarios, en Caracas, Andreína Baudel, quien forma parte del Comité de Familiares de Presos Políticos, expresó que son un grupo de personas que se mueven por la justicia y por la verdad.
“Hoy somos más de 2500 familias viviendo ese flagelo, somos víctimas de la violación de nuestros derechos humanos. Nuestros familiares presos llevan la peor parte y por eso estamos denunciando las condiciones inhumanas a las que están siendo sometidos en las distintas cárceles”, dijo.
Baduel destacó que cada concentración o manifestación que han hecho es un esfuerzo de cada familiar. “Es el esfuerzo de un grupo de gente buena que está dispuesta a colaborar, que están dispuestas a seguir luchando por la justicia y la libertad y de vamos de a poco, preguntando ‘¿en qué puedes apoyar tú?’ Y así, es un esfuerzo muy titánico que esperamos en Dios que pronto rinda su fruto”, aspira.
En una rueda de prensa reciente, voceros de la Corte Interamericana de Derechos Humanos llamaron la atención sobre la situación de las cárceles venezolanas. Destacaron la sobrepoblación y que los cautivos viven en condiciones de hacinamiento, sin la debida atención de sus necesidades básicas.
Las familias han denunciado las condiciones en las que se encuentran sus seres queridos, al igual que las irregularidades del proceso y las falta de pruebas, además de los cargos a los que son imputados como terrorismo y asociación para delinquir.
Las madres dicen: “No estás sola”
El Movimiento de Madres en Defensa de la Verdad nació a raíz de la primera protesta que efectuaron las mujeres venezolanas que están enfrentando esta realidad, ocurrida el 13 de septiembre. En esa manifestación inicial, denunciaron las torturas a las que fueron sometidos sus hijos, quienes se encuentran recluidos en la Casa de Justicia 431, en El Cementerio.
Desde ese momento, las mujeres decidieron liderar la protesta y exigir al Estado la liberación de sus hijos, el respeto al debido proceso y condiciones de reclusión dignas. A ellas, se le unieron otras madres y nació “una gran familia”, como han mencionado en diversas ocasiones.
Marelys Ruiz, tía de Ángel Ramírez, de 17 años, expresó en una manifestación al frente del Tribunal Supremo de Justicia que lo que sufrían “no era vida”, pero que hacen lo que pueden para seguir exigiendo justicia y que están para defender la verdad.
En cada convocatoria, cada madre pierde su identidad para asumir la de su hijo. Hecho que se ve reflejado en las franelas blancas que usan y que tiene impreso el nombre y una fotografía con la palabra “libertad”.
Cuando se tiene a un familiar detenido, la familia también “está presa”, como dijo Ligia Bolívar, educadora y defensora de los derechos humanos, en una Space moderado por el director editorial de RunRunes, Luis Ernesto Blanco, el 10 de octubre.
Bolívar expresó que en esta situación, la solidaridad humana ha demostrado su existencia. “Se ha generado una dinámica de solidaridad muy valiosa, ya que es la única forma de sobrevivir. Es una forma de decir “no estás sola”, ya que es una situación que está arropando a muchas personas”.
“Las mujeres salen vestidas de blanco y no se están quedando calladas, se dieron cuenta de que el silencio es cómplice de los represores”, sostuvo.
Bolívar añadió que es un elemento favorable, porque de esa solidaridad también nace la compresión y entre todas se ayudan para visibilizar la situación.
“Ella es mi hermana, como nuestros hijos lo son”
Las madres se ayudan como pueden: desde pequeños aportes económicos, hasta palabras de aliento para enfrentar la realidad que les tocó vivir.
Manuela González, una madre que tiene a su hijo preso en Yare III, indicó que las otras madres, para ella, son unas hermanas más.
“Ella es mi hermana, como nuestros hijos lo son”, expresó con lágrimas en los ojos, mientras imploraba al frente del Ministerio Público, la libertad de su hijo. Acompañada de otras madres, afirmó que no hubiese podido soportar esta prueba sin el apoyo de las otras mamás.
Clara Astorga, psicóloga de la Federación de Psicólogos de Venezuela, manifestó que estas acciones pueden ser consideradas como “apoyo social”, uno de los principales recursos de resiliencia que tienen los seres humanos que pasan por situaciones traumáticas.
“Acompañarnos mutuamente nos ayuda a atravesar y superar los momentos difíciles de la vida. Solo el hecho de tener a tu lado una persona de confianza que sea capaz de escucharte, de comprenderte, con deseo genuino de ayudarte, tiene un efecto protector y sanador”, enfatizó.
Sobre el movimiento de solidaridad, amor y compresión que ha surgido alrededor del dolor de las madres, Astorga afirmó que deja una mirada de “protección”.
“Estas madres atraviesan las mismas circunstancias, sufren el mismo dolor, así que esto proporciona una conexión muy fuerte, que puede ser muy protectora. Definitivamente, el apoyo humano promueve la resiliencia y facilita el proceso de afrontamiento y superación colectiva de los hechos traumáticos”, amplió.
Del amor nace más amor
El amor incondicional que sienten por sus hijos no solo ha fortalecido los lazos de hermandad entre ellas, sino también sus capacidades para extender su ayuda a otros seres, incluso a los más vulnerables. Un grupo de madres cuyos hijos están detenidos en Yare III rescató a un perrito, al que decidieron cuidar y bautizaron con el nombre de “Yare”. Para ellos, simbólicamente, es el “primer rescatado” de la prisión.
Una de ellas contó que lo encontraron afuera del centro de detención, después de que alguien lo abandonara. Una de ellas lo rescató y entre todas prometieron cuidarlo. Y a donde van ellas, con sus bolsos e incluso en las protestas “Va Yare”.
“Cuando nuestros muchachos salgan, sabrán que aquí también tienen a otro hermanito: A Yare, el primer rescatado”, comentó.
El amor, a veces, nace en lugares imprevistos y estas madres son una muestra de ello. Nunca pensaron que la vida las pondría en esta situación y que tendrían que idear nuevas formas de exigir justicia en un Estado que parece haberse olvidado del significado de ese término.
A pesar de las recientes declaraciones de Nicolás Maduro, en la que instó a la revisión de los casos y a reconsiderar si verdaderamente se estaba aplicando “justicia”, el ministerio de Interior y Justicia, Diosdado Cabello, responsabilizó a las madres de la prisión de sus hijos.
“¿Dónde estaban los padres de esos niños el 29 y 30 de julio cuando salieron a guarimbear? ¿Dónde estaban?¿ Se van a preocupar ahora de sus hijos”? Deberían haberse preocupado antes”, señaló en la edición de Con el Mazo Dando del 13 de noviembre.
A lo largo de estos meses de protesta, la lucha de las madres ha tenido pequeños “frutos”: ahora les permiten llevar paquetería al momento de las visitas y estas son más regulares, al menos en Tocorón y en Tocuyito.
Según nuevas cifras del Foro Penal, el número de detenciones arbitrarias aumentó a 1969, lo que representa una cifra récord en el país. Al anecdotario de lo que han sido estos meses de prisión injusta para muchos se sumó este 14 de noviembre la muerte de Jesús Martínez Medina, un testigo electoral detenido en Anzoátegui el 29 de julio. El hombre tenía diabetes II y una patología cardíaca, y a pesar de los reiterados llamados, no se le brindó atención médica oportuna.
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